Acertando en La Taina
Tercera entrega de «Paella Hunters» completada. Debe decirse además -desde la total subjetividad- que nos encontramos con otro nuevo acierto. Todo llegará pero, por el momento, la suerte nos sonríe. Y esperemos que así siga, pues el disfrute de producir esta sección está siendo mayúsculo.
En esta ocasión salimos como alma que lleva el diablo hacia el barrio de Gràcia, en cuya calle Bruniquer (número 24 para ir concretando) se encuentra el resturante La Taina, un lugar de braserío de carbón (apuntadlo, carne lovers) que ofrece los mediodías un menusete completo por 10 €.
Y ahí estaba. En la puerta un clásico cartel con el contenido del menú. Era jueves y tocaba arroz. En esta ocasión se anunciaba textualmente paella, por lo que la cosa apuntaba a que, de acertarse, estaríamos ante una misión redonda. Pero faltaba meter el dedo en la llaga, cual Santo Tomás de Aquino. Así pues, entramos.
Sensaciones interesantes. Nada más entrar nos esperaba una paella de considerables proporciones. En La Taina lucen orgullosos su paella de jueves y debe decirse, sin miedo a perpretrar un spoiler, que su orgullo está muy justificado. Sentados en la mesa, a la pregunta «¿qué vais a querer de primero?» una eléctrica respuesta: «dos paellas, por favor». La dueña del lugar apunta y sonríe mientras el lugarteniente Marcos, descubridor del lugar (y a quien se le debe esta sección), asiente con una sonrisa que anuncia un nuevo éxito. ¡De cuánta sabiduría se rodea uno sin saberlo!
Llega el plato a la mesa. Frente a nosotros una señora paella, quizá menos olorosa que la del Rafel, pero no por ello menos gustosa (dejemos aparte la obsesión de quien os escribe por la salazón en grado sumo, merecedora de visita médica). Fumet y sofrito aparte, estaba claro que el sabor tenía causa en las gambas, la sepia, el calamar, las salchicas (sí, salchichas y del país) y esos mejillones -de roca- que habían quedado rellenos del arroz como si de tigres se trataran.
El resultado no es otro que una paella devorada en menos de lo que canta un gallo, dando paso a un segundo -y nada despreciable- plato de mairas rebozadas. Y eso que estábamos en un restaurante carnéfilo por definición.
El próximo jueves: más arroz en Paella Hunters.
Salud!
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