Arroz a discreción en el Bardot.
Tras unas pocas entradas aferrándose a la norma del menú de jueves, toca salirse nuevamente de ella. Y no es que falten balas en la recámara, sino que la ocasión lo merece (¡y cómo lo merece!)
Viernes 21 de diciembre de 2012. Recibes una llamada del gran Xavi Luque para comunicarte que tan solo hace unos días, el 17, había abierto junto a Rodrigo, Nacho y una -no menos genial- cuadrilla de cocina, barra y sala, el Bardot, restaurante que se encuentra en carrer Enric Granados 147. Resultaba ser que, a partir del sábado y durante el resto de ellos, la casa ofrece un menú special edition en el que, por 25€, cae arrocete (en este caso como segundo plato) junto a otras delicias de la casa. Y no es el único día que hay arroz, en carta hay siempre un arroz de pescadores y otro con espardenyes que -también- te dejan con la boca abierta (y el estómago feliz).
Sábado 22. Desafiando la vorágine navideña, allí a las 14h. Hora de arroz en toda regla. El lugar lo preside una generosa barra y unos tanques de cerveza colgados del techo que enamoran a cualquiera. Tras avanzar se llega a un segundo nivel, una segunda barra en la que puedes comer mirando a la cocina. Ese fue el destino final de una inolvidable primera visita; porque, como hubo una segunda, también se disfrutó del tercer nivel con una estupenda comida en mesa. Que no falte de nada.
Tras tener el privilegio de ver cómo se iba haciendo la paella a manos de Xavi, cayeron unas -señoras- bravas de la casa, unos berberechos al vapor y unos mejillones. De beber cañas bien tiradas, de las que cuesta de encontrar en la ciudad (para qué engañarse).
Y el arroz llegó. Completo y abundante como él sólo y con un sabor que revelaba que detrás había un fumet hecho con ganas. Ganas de disfrutar, para ser más exactos. Grano en su punto. Todo listo para el rock’n’roll en su propia paella. Comer del mismo recipiente en que se ha cocinado tiene siempre muchos números de ser un acierto. Y en esta ocasión no fue una excepción.
No se lo digan a nadie, pero lo del Bardot va camino de convertirse, en nuestro caso, en fetichismo. Larga vida a los proyectos bien paridos, como es el caso.
¡Que aproveche!
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