O’Pazo.
Tras una larga temporada sin ir de menú en busca de arroz de jueves, finalmente tal día como un 30 de mayo se produjo el retorno a este buen hábito.
En la obcecación (manía digna de estudio) por ir a sitios aparentemente no paelleros, fuimos a parar al Restaurante O’Pazo, en carrer Casanova 174. Como en el caso del Ría del Barbanza, no las teníamos todas con nosotros. Pero, por suerte, la fama de dar de comer bien en el lugar, conocido por ofrecer ágapes en cantidades sólo aptas para gente con fondo, no decepcionó. Ni mucho menos.
Para que se sitúen, en el O’Pazo el menú del día es de 9,5 €. En nuestro caso, cayó paella y bistec de ternera. Este último generoso, tierno y sabroso. Ni idea de si la carne era gallega o de Girona, pero alguna sí de que fue un bistec de menú para el recuerdo. Pero vamos a lo que vamos, que ya estamos ocupando espacio de lectura por encima de nuestras posibilidades.
Caña mediante, tomamos posiciones en el garito, cerca de la cocina, de la que se desprendían olores con acento gallego. Y llegó la paella. Ración correcta pero no salvaje (quizá ya veían que el corte de ternera era ya una barbaridad), con fumet generoso, arroz en el punto adecuado, sepia y pimiento rojo. Ni rastro de cebolla, aunque no se descarta que el propio arroz la absorbiese con el resto del sofrito. Por el momento nada de lo que dar cuenta a la guerrilla de Al-Paella. Si hay que ponerle una pega (por llenar espacio en el post, no se crean ustedes), se diría que quedó corta de sal. No obstante, la pasión por lo salado nos tiene el criterio comido en ese aspecto, de forma que no se fíen de esta pega. Ribeiro de la casa para acompañarlo y gente que te sirve con una sonrisa. En definitiva, que se estuvo muy agustito.
O’Pazo. Los gallegos la siguen sabiendo meter.
¡Que aproveche!
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