Almería (Que no falte de ná!, primera parte).
Aprovechando los últimos rayos de sol de verano del 2011, se tuvo la suerte de disfrutarlos alejados del cuartel general. No sólo recomendable, sino muy necesario. 800 km más tarde. Almería. Gustazo de haberla conocido. Especialmente porque en un momento u otro se volverá a disfrutar de ella. Y espero contar con el ciceronismo que se le presupone -y del que no se duda- a Curro, gastrónomo local. Ha parido, entre otras, El Majao y Recetas en tres acordes. Un fenómeno el tío.
Foto a foto, toca post del corte acopio-de-material-a-lo-bruto de algún que otro garito local que se disfrutó. No están todos. Ahí, de hecho radica la gracia.
Y, eso sí, el máximo agradecimiento a Sergi y Emi, que a través de las diferentes redes sociales en las que se os incordia a diario, tuvieron las ganas, la paciencia y el tiempo de recomendar la mayoría de sitios visitados en la zona. Por no decir todos.
Primera parada almeriense. Carboneras. Bar Felipe. Sergi recomendó el sitio. Sabía lo que se hacía.
Bajos los auspicios de Jorge, el tío con más dominio de la bandeja que he presenciado jamás, nos hicimos con dos cañas. Y con ellas cayó racionaza de chanquetes y ensalada de tomate (con todas las letras). Inicio del que no se incluyen fotos por aquello de no ser -más- mala gente.
El capricho. La parrillada. Es posible que, en este punto, convenga pasar palabra. No se trataría ahora de parecer descortés explicando el festín que ello supuso ni tampoco el chupito de la casa que nos cayó para ayudar a bajar todo.
Tras escapar con vida de tamaño ágape (siesta mediante), y ya en Almería capital, nos dejamos llevar por los consejos de Emi, quien nos recomendó parar así, de primeras, en la calle Martínez Almagro nº 6. El garito es, ni más ni menos, que La Bien Pagá. Ganó no se qué premio-de-tapas hacía unos meses y se prestaba la cosa a darlo todo. Manta a la cabeza, qué caray!
Ensalada de tomate con aceite (simple y llano), migas y patata asada aparte, se remató con la de la casa, aquella tapa ganadora: el rabo de toro; y tinto de verano como postureo esencial del visitante. Foto que no hace justicia. Pero, consultado de nuevo al estómago, confirma la tesis de que, incluso llegando tarde a cenar, lo tenían dominado. Sabrosura.
Un extra ball colofón de la jornada. Entre el Felipe y la Bien Pagá había habido bastante guerra y alguna caña que otra, pero siempre hay una última tentación en la que caer. Alimentar el momento coche escoba. Caña y mojama con almendras recién fritas. En la calle Alfonso Torres nº7. Centro de la ciudad. Bodega Ajolí. Fin de la jornada, que no es tontería.
(SE DIRÍA QUE CONTINUARÁ)
2 Responses to Almería (Que no falte de ná!, primera parte).
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