Paella en el Pagès.
Desde que lo pisáramos por primera vez hace ya más de un año y probásemos su menú, sabíamos que algún día tenía que ocurrir. Teníamos que venir a probar la paella de jueves de Casa Pagès, pilar gracienc donde los haya.
A pesar de todos los esfuerzos puestos, no conseguimos llegar a las 14h-14:15h para poder echar mano de la primera ronda de paellas del lugar. No tiraremos la toalla con ello, pero hay que reconocer que conseguirlo con cierta frecuencia (el 100% de efectividad lo dejamos para otra reencarnación) no está siendo empresa fácil.
Es por ello que tocó esperarse a la segunda paella del día. No vayan a creerse que la cosa va de drama, porque la espera, con unas cañas y unas olivas bien paridas, como las que nos sirvieron, no puede ser jamás considerado como carga a soportar. Todo es darle la vuelta a la tortilla. Quien no se consuela es porque no quiere.
Espera acabada. Arroz en la mesa. Aún pendiente de reposar pero, tratándose de la segunda tanda y la hora que era, no hubo contemplaciones. Tenedor en alza y al lío, que no estamos tan mal.
Arroz hecho con cariño y fumet presente. Mejis, costilla de cerdo como distintivo (siempre bien recibido) y la levantina costumbre de añadir unos cuantos guisantes, que también fueron acogidos con cariño. Sin evitar un nuevo triunfo, debe decirse que tanto el subcomandante Marcos (miembro de honor del orden del menú paellero) como un servidor encontramos que un poco más de sal hubiese sido la guinda. Pero que no se hunda el mundo, que todo es cuestión de preferencias.
Otro más. Que no otro menos.
Que aproveche!
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