Hambre de diversión. Hambre de compartirla.
Permítanme decirles que ésta no es una entrada cualquiera en el blog, una de aquellas que a les que se les tiene acostumbrados cuando tienen el detallazo de poner sus córneas al servicio de la lectura de letras blancas sobre fondo negro. Ésta es especial; y no porque haya decidido respetar vuestra visión cambiando de diseño sino porque hoy os comunico que la diversión se multiplica. Y espero y deseo que se consiga el contagio múltiple.
Hace un año que quien os da la lata por este canal se cruzó en el camino con gente esencial para seguir disfrutando de algo que constituye un sentimiento: la gastronomía. Así de sencillo. No hay que darle más vueltas al concepto. Porque la gastronomía tiene puntos en común, pero lo bonito de la misma es que cada uno la perfila como quiere o puede.
Topicazos -relativos- aparte, embarcarse en una nueva aventura sin dejar el resto en el olvido es algo de lo que debo culpar principalmente a Elena Buch y a Carmen Alcaraz del Blanco, que me llevaron a toparme felizmente con el expeditivo David Valdivia, mi popunk Mar Calpena y el pegamento más eficaz de esta parte del continente, Albert Molins. Me dejo a muchos, pero ha resultado ser que con los cuatro últimos ha tenido lugar la gestación de una bonita criatura: Cultura Gastro.
Aquí pensamos aplicar el cariño que se le tiene a cada uno de nuestros conceptos de gastronomía a difundirla, a compartirla, a protegerla, pero sin chovinismos. No todo vale, pero no solamente existe una vía. Para lo que pisamos y el tiempo que lo pisamos, hagámoslo con clase. Y hagámoslo todos. Porque la gastronomía es cultura.
Soy Alberto García Moyano. Tengo hambre, pero no sólamente la del comercio habitual. Hay hambre de diversión rodeado de este equipo de estimadísimos compañeros de viaje. Rock’n’roll.
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