Bilbotik pintxo poting (de pintxos por Bilbao).
Antes de que se me olvide (esto de liarse a escribir tiene eso de que te despistas muy tontamente), unas cosicas tontas. La traducción al euskera no es literal, se siente sinceramente el retraso en actualizar el blog y, por último, la culpa de casitodo este post es del puto amo Tiriti. Hicieron falta varias largas jornadas de laborioso y duro pintxo pote en Bilbao para hacer frente a tan solo un 60% de sus recomendaciones, de las que esencialmente se nutre este post. Dicho esto, vamos a lo que vamos que, si no, esto se alarga.
Bilbao probablemente sea, a estas alturas de la película y por un montón de -aburridísimas- razones, una de las localidades a las que más cariño le tenga, de ahí que no haya podido resistir a dedicarle un rato a escribir sobre los garitos en los que uno se ha petado por esos lares. Y de lo lindo, todo sea dicho. Sin orden y sin concierto. Una recopilación muy a lo loco, que es como se vive mejor.
1- Mellilla y Fez. Iturribide Kalea, nº 7.
Llega a la barra, pide un vino (amablemente acompañado por sus correspondientes olivas) y dirígete a otra barra, en la que observarás cómo por dos reales preparan unos pinchos morunos, hechos al carbón, que son la especialidad de la casa y están ricos como ellos solos. Desde renacuajo no había vuelto a ver un pincho moruno de los de verdad y resulta que, a falta de uno, puedes escoger entre dos, pues en el Café Iruña (Berástegui Kalea, nº 4) también lo bordan.
2- Muga. María Muñoz, nº 8.
Lo que distingue a este garito, además de su buena música y lo difícil de encontrar un trozo de pared libre de algún recuerdo o frikidetalle, son las hamburguesas. Ni son premium ni falta que hace. Con sentarse en la barra, pedir una, que la riegues con una birra fresca y que te quedes escuchando algún hitazo ya lo tienes hecho. Tanto si te apetece estar solamente allí como si quieres saltar a otro garito. Nada de complicarsen.
3- Motrikes. Somera Kalea 41.
Bareto sin demasiadas complicaciones, lo que siempre es un detalle para la afición. Bien de precio, gente maja, vino de guerra y unos perretxikos picantes de los de repetir complusivamente.
4- Bacaicoa. Plaza Miguel Unamuno, nº 2.
Si lo que te va son los champis y lo no has tenido suficiente con jartarte en el Motrikes, pues sin compasión hacia el Bacaicoa. Además de servirte, como muchos sitios de Bilbao, el vermut preparao, te puedes empujar fácilmente un vinejo blanco o lo que surja. Aléjate de la barra, que repetirás y luego no llegarás al siguiente sitio.
5-Zuga. Plaza nueva, nº4.
Además de un pintxo de foie con miel que quita er sentío, pasar por ahí, no catar el de bonito a la par que escuchas algún temazo de los Ramones o The Clash podría acarrear la suspensión de la autonomía de la que provengas. Y con toda la razón del mundo. Y aunque no fuese así, cualquiera le iba a llevar la contraria a Amaia, quien no puede pasar sin él cada vez que se acerca a Bilbao.
6- Xukela. Calle del Perro, 2.
El pintxo estrella de la casa es uno de esos que se ven con cuentagotas en nuestros bares, bodegas y otros lugares de buena vida: el de cresta de gallo. Como allí también dominan el arte del preparao, no es necesario romperse mucho el coco. Ataque sin piedad a ese combo y p’alante.
7- Taberna Basaras. C\ Pelota, nº 2.
Por veces que he intentado llegar a probar el pintxo de merluza rebozada que me recomendó Tiriti no habrá sido, pero he llegado a tener suerte en pocas y sin batería para fotografiarlo. No obstante, la memoria de la cámara y el la del estómago de quien os escribe no pueden olvidar LA anchoa que allí sirven, con una salsica casera con base de pimiento que le queda que ni pintada.
8- Bar Ormaetxe. Calle de la Torre, nº 4. En el triángulo de las bermudas de Barrenkalle.
Otros que no se complican la vida. Vino o cerveza para acompañar a sus gildas. Sin más. Además, como gastan un espíritu tabernario de pro, reivindican la tradición del juego de la rana, pudiéndote echar una partida mientras juegas y te empujas el vinazo de turno. Bravo!
9- Irrintzi. Santa Maria, nº 8.
Lo del Irrintzi es demencial. Pintxos a mansalva, que pueden ser más refinados-pijurris o de los de toda la vida, pero que de media son una locura. Cuando viene el fresquete, en muchísimos garitos bilbaínos cuelgan el cartel de Salda Dago (Hay Caldo) y el que hacen aquí está rico rico. Pero nada de desconfiar del resto de caldazos que se puedan encontrar por la ciudad en fechas de frío, que servidor ha probado -por desgracia- bien pocos. (Nota mental: un Salda Dago tour en próximas visitas a Bilbao).
10- El globo. Calle Diputación, nº 8.
Es posible que si se pisa Bilbao y no se prueba el pintxo de txangurro gratinado de El Globo, hordas de locales decidan ponerte de cara a la pared con un par de tomos del Espasa en cada mano hasta que te arrepientas de tu pecado. Y tendrían razón, la cosa es así.
(Nota: como mi foto fue terriblemente desastrosa (básicamente me olvidé de tomarla presa del hambre, me he tomado la libertad de tomarla prestada del blog de Patrizia Vitelli, the cookrocker, quien le dedica una entrada especialmente a este estupendo pintxo bilbaino)
11- Izaro. Alameda de Urquijo, 66.
Si vas de camino a San Mamés cruzando Indautxu podrías pasar por delante de este bar y seguir sin parar, pues su aspecto no llama especialmente la atención. Pero no hace falta cometer ese error. Mejor entrar y probar una de sus laureadas tortillas de patatas. Aparte del hambre que le entra a uno sólo de recordarla, lo que más ilusión me hace es que también sale en el ranking tortillil-patatístico de toda una jefaza bilbaina como Biscayenne.
12- Swansea. Rodríguez Arias, 70.
Si se sigue con ganas de tortillaza mientras se camina rumbo a San Mamés, otro de los garitos de pro es el Swansea. No sé si me hizo más ilusión la mezcla pub + pintxo de tortilla o la propia tortilla, pero se le agradece mucho a Itxaso su insistencia en probarla, porque la tortilla rica lo estaba un rato largo.
EXTRA BALL (Que no todo iban a ser pintxos en esta entrada, a ver qué sus habíais pensado)
13- Txakoli Simon. Camino San Roque 89. Artxanda.
Para ponerle el broche de oro a esta microguíasincriterio, no podía faltar un lugar de los de apretarse los machos, ser valiente y haber contado con la inestimable colaboración del mejor amigo del hombre: el omeprazol.
Para ello toca dirigirse a Artxanda, uno de los montes que limitan Bilbao y al que es fácil acceder gracias a su histórico funicular. De allí al Simon, un garito para ponerse hasta el tapón con maravillas del universo como su ensalada de bonito, su chorizo cocido a la sidra o el motivo por el que tuve la suerte que Itxaso me lo recomendara: comer un chuletón comme il faut.
No me seáis chancletas, dadle duro a Bilbo sin parar. Debería ser obligatorio.
Vino, pintxos y rock’n’roll!
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